sábado, 18 de enero de 2014

Sakamura, Corrales y los muertos rientes (Pablo Tusset)

Humor y sarcasmo en una España que podría ser real


Pablo Tusset no es lo que podamos definir como un "autor serio". El humor y el sarcasmo están presentes en todas sus obras (especialmente en Lo mejor que le puede pasar a un cruasán), aunque también tiene espacio para un ambiente más tenso y enigmático en En el nombre del cerdo. Esta última una obra posiblemente más desafortunada que la que he citado con anterioridad.

Y es que tras un segundo intento fallido Tusset retoma las riendas del cachondeo y lo magnifica en Sakamura, Corrales y los muertos rientes. Una obra a la que no podemos pedir absolutamente nada más allá de la diversión y la amenización de nuestra lectura, pero que con bastante mala leche tiene un mensaje hacia la clase gobernadora de nuestro país (orientada a la época en la que se escribió, 2009).

Su planteamiento es bastante ridículo, una serie de muertes caracterizadas por la risueña felicidad con la que aparecen marcados los rostros de los cadáveres en una zona costera catalana. Y en ese contexto dos personajes: un "Torrente" de turno llamado Sargento Corrales, un reflejo clásico de lo que comunmente llamamos la "España cañí" (dejado, mal hablado, bobalicón, mujeriego e inclinado a todo tipo de pecado original) y un Inspector oriental llamado Sakamura que representa el también prototipo de "sensei" japonés (inteligente, precavido, paciente y observador).

A raíz de aquí se desenvuelve toda la trama, más hilarante si cabe, según la cual ambos detectives tratarán de desenmascarar los misteriosos asesinatos y llegar al fondo del caso, sin conocer que entrarán en un conflicto político en el que estarán inmersos los principales representantes de los más importantes partidos de nuestro estado.

Durante la novela el autor tiene tiempo para repartir (recordemos, siempre desde el punto de vista informal y desenfadado) a socialistas, populares, abertzales, independentistas catalanes y demás protagonistas de las portadas de los diarios nacionales, incluso la corona se lleva su pequeño homenaje. Todo ello evidentemente modificando sustancialmente los nombres de los participantes de forma que en ningún momento se mencione a ninguna personalidad real, aunque al momento el lector sepa a quien se está refiriendo.
A parte de ésta trama, como acostumbra Tusset a realizar en sus historias, Corrales y Sakamura tendrán innumerables situaciones en las que sus diferencias culturales e intelectuales harán que se produzcan diferentes "gags" entre ambos que en muchas ocasiones conseguirán arrancar al menos una sonrisa.

Valoración


Sakamura, Corrales y los muertos rientes es una novela de esas que o bien te gustan o bien acabas odiando por lo superficiales y sinsentido que son. Narra una historia que bien podría haber situado Ibáñez en cualquier aventura de Mortadelo y Filemón, donde lo absurdo toma el papel protagonista e incluso acaba restando importancia al resto del libro.

No imparte ninguna lección del "buen escribir", y no creo que Tusset lo pretenda en ningún momento. No vais a encontrar magistrales párrafos de lectura exquisita, ni descripciones detalladas. Los diálogos son excesivamente simples y solamente tienen razón de ser para forzar las bromas que se van sucediendo en la narración.
Como imaginaréis será un libro de los que, tras finalizar, se depositará en nuestra biblioteca y no verá la luz hasta que no pase bastante tiempo. Es una lectura amena para pasar el rato, divertida y muy ligera, hasta el punto de ir devorando capítulos uno tras otro.

Sin embargo, más allá de todo lo anteriormente comentado, entre las páginas podemos encontrar una sátira política que puede resultar interesante para el lector medio. El autor usa y abusa de los tópicos que todos conocemos sobre la clase gobernadora y no se esconde a la hora de mostrarlos. Su ironía hacia nuestros dirigentes es constante, ridiculizada de la misma forma que se ridiculiza la historia. Igualmente una realidad tan actual (y que nosotros mismos estamos convirtiendo en problema) como la diversidad lingüística de España adquiere una relevancia plena en la aventura según se va desarrollando la misma.

Es en definitiva una buena opción para "matar el rato", un libro de mesilla para leer antes de dormir, una lectura fácil para llevar a la playa. Si el humor que escribe Pablo Tusset entra dentro de nuestros gustos, estamos ante una novela que podrá sacarnos más de una carcajada.


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